Poner fin al hambre y la malnutrición infantil

Cómo afecta el hambre y la desnutrición a los niñas y niños de todo el mundo

El hambre es una de las causas impulsoras del matrimonio infantil

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Preguntas frecuentes sobre hambre y malnutrición

¿Por qué el hambre mundial sigue siendo un problema?

Millones de niñas y niños carecen de alimentos cada día debido a los conflictos, el cambio climático, los efectos indirectos persistentes de la pandemia COVID-19 y el aumento de los costes.

En 2022, los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado, los donantes, las organizaciones internacionales y el mundo académico asumieron numerosos compromisos y promesas financieras para mejorar la nutrición, pero han sido sistemáticamente negligentes a la hora de brindar la financiación necesaria o de hacer un seguimiento.

El cambio climático está devastando comunidades, destruyendo cosechas e ingresos debido a sequías, inundaciones, tormentas extremas y condiciones meteorológicas impredecibles. Los conflictos y la violencia agravan las crisis existentes. Una recuperación socioeconómica desigual y las repercusiones indirectas duraderas de la pandemia del COVID-19, así como la guerra en Ucrania, han provocado un aumento de los precios de los alimentos y otros productos básicos, obligando a familias ya de por sí vulnerables a tomar decisiones imposibles entre alimentos y medicinas, material escolar o incluso un lugar donde vivir.

La nutrición ha sido históricamente infrafinanciada, y los gobiernos han fallado en convertirla en una prioridad. La desnutrición es la causa de casi la mitad de todas las muertes de niñas y niños menores de 5 años. Cientos de millones de niñas y niños padecen enfermedades curables, tienen bajo peso, retraso en el crecimiento, emaciación, anemia y sobrepeso.

Los sistemas alimentarios rotos siguen empeorando las cosas. En la actualidad, el mundo produce unos 8,000 millones de toneladas de alimentos al año, suficientes para alimentar a todas las niñas, niños, mujeres y hombres del planeta. Pero cada año, entre el 14% y el 15% de los alimentos, por valor de 370,000 a 400,000 millones de dólares, se pierden antes de ser consumidos (entre la cosecha y la venta al por menor). Esto es sencillamente insostenible en un mundo en el que 2,400 millones de personas no tienen suficiente para comer.

Las injustas cadenas de suministro de la industria de alimentos y bebidas, especialmente en el sector agrícola, aumentan aún más el hambre infantil. Los productores de alimentos y bebidas siguen trabajando con proveedores que mantienen a los pequeños agricultores y a sus familias en la pobreza debido a unos precios de mercado injustos, lo que obliga a las familias a adoptar estrategias de supervivencia negativas que afectan a sus hijos, como el  trabajo infantil, la mendicidad, la violencia o la explotación, el abandono escolar y el matrimonio infantil.

¿Cómo se puede prevenir la malnutrición?

Nuestras soluciones no se limitan al tratamiento. Gracias a nuestros paquetes de prevención temprana, hemos observado una tasa de prevención del 50% de los casos de malnutrición aguda a bajo coste, una reducción del retraso del crecimiento, una disminución de la anemia materna e infantil, un aumento de la seguridad alimentaria de los hogares, una mejora de la alimentación y un mayor desarrollo del lenguaje y la motricidad de los niñas y niños. Estos paquetes incluyen: raciones alimentarias, cambios sociales y de comportamiento a través del enfoque Care Group (lactancia materna exclusiva, destete e higiene en el hogar), y sistemas sanitarios reforzados.

Tenemos formas simplificadas de ayudar a los niñas y niños, como capacitar a los trabajadores sanitarios de la comunidad, enseñar a los cuidadores a reconocer los signos de desnutrición y capacitar a las madres y cuidadores en las mejores prácticas de alimentación de lactantes y niñas y niños pequeños.

Sin embargo, sabemos que sólo 1 de cada 5 niñas y niños que necesitan un tratamiento vital contra la emaciación lo recibe. Tenemos soluciones asequibles y ampliables que pueden abordar la desnutrición allí donde los niñas y niños ya se enfrentan a ella y a problemas de salud relacionados. Nuestra gestión comunitaria de la desnutrición aguda (CMAM) es altamente costo-efectiva para los niñas y niños que sufren emaciación. Esta empodera a las comunidades para identificar y tratar a los niñas y niños desnutridos.

¿Es el hambre mundial un problema medioambiental?

El cambio climático es uno de los cuatro factores principales -junto con los conflictos, la inflación de los costes y el COVID-19- que perpetúan la crisis mundial del hambre. El cambio climático ocasiona problemas como sequías, inundaciones, tormentas y patrones meteorológicos impredecibles. Estas perturbaciones climáticas destruyen los cultivos o impiden que crezcan. El acceso al agua potable se interrumpe, los sistemas de riego se secan y la producción de alimentos se paraliza; las familias no pueden cultivar, cuidar de su ganado ni generar ingresos. Comunidades enteras padecerán de hambre de no contar con agua limpia.

Los niñas y niños corren un mayor riesgo cuando no hay suficiente agua. Más de 160 millones de niñas y niños viven en zonas de alto nivel de sequía y más de 2,000 millones de personas viven en países donde el suministro de agua es inadecuado. Esto no sólo afecta a su acceso a alimentos nutritivos, sino que tiene repercusiones duraderas en su salud general, su educación y su desarrollo a largo plazo.

La disponibilidad de agua potable es tan esencial para los niñas y niños que sufren desnutrición como la asistencia alimentaria. Los niñas y niños suelen ser víctimas de enfermedades transmitidas por el agua (por ejemplo, diarrea y cólera), que impiden al organismo absorber y utilizar nutrientes vitales, incluso cuando se dispone de alimentos suficientes. Se calcula que el acceso inadecuado al agua potable, el saneamiento y la higiene es responsable de alrededor del 50% de la desnutrición mundial.

¿Hambre y malnutrición son lo mismo?

El hambre y la malnutrición están relacionadas, pero son dos cosas distintas. El hambre es la angustia asociada a la falta de alimentos. La malnutrición se refiere a las deficiencias, excesos o desequilibrios en la ingesta de energía y/o nutrientes de una persona; se refiere tanto a la desnutrición como a la sobrealimentación. Existen tres formas de malnutrición: Desnutrición (con 3 formas - emaciación, retraso del crecimiento, insuficiencia ponderal); Deficiencias de micronutrientes (o deficiencias de vitaminas y minerales); y Sobrepeso (incluyendo obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación).

Los niñas y niños pueden estar desnutridos sin los signos físicos del hambre, pero aun así es perjudicial y puede ser peligroso para ellos. La desnutrición afecta especialmente a las familias que no pueden permitirse alimentos nutritivos ni acceder a la atención sanitaria. El hambre puede evitarse con alimentos poco saludables, pero disponer de suficientes alimentos nutritivos es fundamental para el crecimiento físico y el desarrollo cerebral de los niñas y niños pequeños. A medida que crecen, los alimentos nutritivos también los protegen de enfermedades comunes y les proporcionan el combustible necesario para aprender. 

Los alimentos poco saludables, como los ultraprocesados con alto contenido en azúcar, sal y grasas poco saludables, junto con las bebidas azucaradas, pueden provocar malnutrición, incluyendo las siguientes afecciones: carencias de micronutrientes, sobrepeso (peso elevado para la estatura), obesidad (una forma grave de sobrepeso) y enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación (por ejemplo, diabetes, hipertensión).

¿Malnutrición e inanición son lo mismo?

No, no son lo mismo. La inanición es el sufrimiento extremo o la muerte, causados por una falta prolongada de alimentos. La malnutrición se produce cuando los niñas y niños sufren carencias, excesos o desequilibrios en la ingesta de nutrientes o cuando la capacidad de su organismo para utilizarlos se ve mermada. Las causas más comunes de malnutrición son una alimentación inadecuada o una enfermedad (por ejemplo, infecciones graves o repetidas).

La forma más grave de desnutrición se conoce como emaciación grave, y es la forma más visible de malnutrición, caracterizada por un niño frágil y esquelético, con un peso muy bajo para su estatura y una emaciación muscular grave. Se requiere tratamiento urgente para sobrevivir. Los niñas y niños que la padecen también pueden presentar edema nutricional, caracterizado por hinchazón de pies, cara y extremidades. Si no se trata, la desnutrición aguda grave puede causar daños duraderos o irreversibles, incluidos daños orgánicos y la muerte.

En la actualidad, 35 millones de personas están al borde de la inanición en al menos 39 países de todo el mundo. Esta crisis de hambre no tiene precedentes en los tiempos modernos y afecta a países de África, América Latina, Oriente Medio y Europa del Este, Asia y el Pacífico. Más de la mitad (214,100) de las personas que soportan condiciones similares a la hambruna se encuentran en Somalia, pero también viven en estas condiciones extremas 87,000 personas en Sudán del Sur, 31,000 en Yemen, 20,300 en Afganistán, 19,200 en Haití, 3,000 en Nigeria y 1,800 en Burkina Faso. Los que quedan están al borde de la inanición.

¿Qué es la emaciación?

La emaciación, también conocida como "desnutrición aguda", afecta a unos 45 millones de niñas y niños menores de 5 años. Un niño con emaciación está demasiado delgado para su estatura. Se produce como resultado de una pérdida de peso rápida y reciente o de la imposibilidad de ganar peso, a menudo debido a una ingesta insuficiente de alimentos o a una enfermedad. Hay distintos niveles de gravedad: de malnutrición moderada a aguda grave.

Sólo 1 de cada 5 niñas y niños recibe el tratamiento necesario, lo que causa la muerte de 1 millón de niñas y niños al año.

¿Qué es el retraso de crecimiento?

El retraso en el crecimiento se refiere a un niño que es demasiado bajo para su edad debido a la desnutrición crónica, especialmente durante los primeros 1,000 días entre la concepción y los 2 años de edad. Esto es un marcador de desnutrición crónica y el mejor predictor del potencial económico general de una persona dentro de la sociedad.

Más de 148 millones de niñas y niños menores de 5 años se vieron afectados por retraso de crecimiento en el 2022.

¿Dónde es más común la malnutrición?

La desnutrición infantil es universal, sólo que tiene un aspecto diferente en los distintos contextos.  Los niñas y niños de zonas rurales y familias con bajos ingresos, con madres con niveles educativos más bajos, tienen más probabilidades de sufrir retraso de crecimiento o desnutrición. Mientras que los niñas y niños de las ciudades y las familias más ricas tienden a tener más probabilidades de sufrir de sobrepeso. Pocos países están cerca de alcanzar los objetivos relacionados con retraso de crecimiento infantil, sobrepeso, anemia, bajo peso al nacer y emaciación.

¿Cómo se puede prevenir la hambruna?

El término hambruna tiene un significado técnico específico; sin embargo, pueden existir condiciones "similares a la hambruna" o "catastróficas" en algunos lugares dentro de los países. Estas condiciones suelen ser predecibles y prevenibles. El mundo cuenta con sistemas para detectar condiciones similares a la hambruna y con herramientas para prevenirlas actuando con rapidez.

Las familias tienen dificultades para comer lo suficiente: 258 millones de personas pasaron hambre extrema en 2022. Los niñas y niños pasan hambre y sufren desnutrición aguda. Dos de cada tres niñas y mujeres sufren carencias de micronutrientes. Los niveles de hambre infantil son los peores que se han registrado en generaciones debido al cambio climático, los conflictos, los efectos duraderos de la pandemia del COVID-19 y la inflación de los costes. Ya BASTA.

La ayuda humanitaria por sí sola no es suficiente. Debemos trabajar en colaboración y de forma intencionada en todo el nexo entre ayuda humanitaria, desarrollo y consolidación de la paz para utilizar eficazmente la acción anticipatoria y las redes de seguridad social. Juntos podemos prepararnos para los riesgos climáticos y mitigarlos, a la vez que reforzamos la resiliencia de las comunidades ante estos choques cíclicos que empujan a las personas a estas condiciones catastróficas.

Las alertas tempranas deben convertirse en el catalizador de la acción. Todavía hay una ventana de oportunidad para salvar cientos de miles de vidas. La comunidad internacional debe actuar ahora para alterar la trayectoria de estas crisis.

Creemos que se necesita un enfoque integral para prevenir la hambruna, el hambre y la malnutrición. Necesitamos intervenciones que no sólo salven vidas en lo inmediato, sino que también aborden las causas raíz de los problemas. Queremos aumentar la sensibilización para abogar por cambios en las políticas. Tenemos que abordar los sistemas alimentarios injustos y desiguales. Hay que fortalecer las infraestructuras sanitarias comunitarias. Queremos crear resiliencia comunitaria y medios de vida sostenibles, promover prácticas agrícolas climáticamente inteligentes y garantizar que los niñas y niños, que suelen ser los más afectados en estas crisis, sigan teniendo acceso a la educación y estén protegidos de la violencia.

 

Hay urgencia allí donde los niñas y niños carecen de una ingesta calórica mínima. En las zonas afectadas por conflictos, sequías o crisis de refugiados, las mujeres y las niñas son las que más sufren cuando los niñas y niños no tienen suficiente alimento.

También hay urgencia cuando los niñas y niños exceden su ingesta calórica. Los alimentos de mala calidad no proporcionan a sus cuerpos y cerebros los elementos esenciales que realmente necesitan.

De no abordarse estos problemas de hambre, estos pasan de una generación a otra, creando un ciclo perpetuo de desventajas y problemas de salud.

Luchemos por todos los niñas y niños, independientemente de su lugar de origen, para garantizar que dispongan de los alimentos adecuados en cantidad SUFICIENTE para desarrollarse.

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