Espacios de Esperanza para la niñez migrante en Pacaraima
En el norte de Brasil, en la frontera con Venezuela, Pacaraima es el punto de encuentro entre dos realidades, dos culturas y dos idiomas. En medio de un flujo constante de migrantes venezolanos que cruzan la frontera en busca de un futuro mejor, Pacaraima se ha convertido en un símbolo de esperanza y desafío. Aquí, “Esperanza sin fronteras” de Visão Mundial Brasil ha levantado seis "Espacios Amigables para la niñez migrante". Esta iniciativa busca la integración y la convivencia pacífica entre propios y extranjeros.
Pacaraima es la puerta de ingreso más transitada de migrantes venezolanos hacia Brasil. Esta situación representa desafíos para una ciudad de más de 18 mil habitantes (dato a 2021) y que recibe diariamente a más de 500 personas. Uno de los efectos de este flujo humano constante dio paso a asentamientos espontáneos, donde las familias a menudo se encuentran viviendo en condiciones precarias y careciendo de servicios básicos como agua, saneamiento, alimentación, salud, vivienda, entre otros.
Niñas, niños y adolescentes, que representan aproximadamente la mitad de la población migrante en estos asentamientos, son particularmente vulnerables a esta situación. Muchos de ellos enfrentan dificultades para acceder a la educación. La falta de documentación, revalidación de estudios o los escaso recursos de sus familias para costear los gastos escolares son barreras que amenazan con limitar sus oportunidades y comprometer su futuro.
En este contexto, los Espacios Amigables para la niñez migrante han surgido como un refugio de apoyo y esperanza. Estos lugares, establecidos por el proyecto “Esperanza sin fronteras” de Visão Mundial Brasil, en colaboración con socios locales, buscan llenar los vacíos que existen en la atención y el apoyo educativo. Más allá de ser unas aulas, estos espacios son lugares de encuentro, aprendizaje y crecimiento.
Dentro de estos Espacios Amigables, niñas, niños y adolescentes pueden participar en actividades educativas, recreativas y emocionales diseñadas para ayudarlos a enfrentar los desafíos que enfrentan. Aquí, pueden aprender portugués, que es esencial para su proceso de integración. También pueden participar en actividades recreativas que les permiten expresarse, liberar tensiones y forjar amistades con otros niños que comparten sus experiencias. “Aquí les ayudamos con sus tareas y les entregamos materiales escolares. Tenemos tiempo para aprender con juegos las costumbres de nuestro nuevo país y también recordamos juegos de Venezuela. Queremos que los niños no se olviden de su país” dice Juliannys Villarroel, madre migrante voluntaria que apoya en uno de los espacios amigables de World Vision en Pacaraima.
La migración es un proceso que puede generar estrés, ansiedad y un sentido de pérdida en niñas, niños y adolescentes por eso los Espacios Amigables también brindan apoyo emocional. Estos espacios se han convertido en lugares donde pueden expresar sus sentimientos, compartir sus experiencias y recibir acompañamiento emocional de sus facilitadores.
Las historias de resiliencia emergen de estos espacios. Miguel Ángel, de 9 años, llegó a Pacaraima hace cinco meses con su familia. El niño encontró en el Espacio Amigable de la Niñez Migrante un lugar para aprender sobre nutrición y salud. Con entusiasmo, comparte cómo ahora entiende la importancia de una alimentación equilibrada y las ganas que tiene de preparar un pastel con una receta que le dio su profesora. “Aprendí que los grupos alimenticios más importante son los carbohidratos, las proteínas, los vegetales y las frutas. A mí y mis hermanos nos gustan mucho las frutas que comemos aquí (en el espacio amigable). Además, estoy contento porque aquí tengo tres comidas al día, algo que no pasaba en mi país”, dice el niño.
Estos espacios no solo están marcando una diferencia en la vida de niñas, niños y adolescentes, también están contribuyendo a la construcción de un sentido de comunidad y pertenencia. En medio de la incertidumbre y el cambio, los Espacios Amigables se han convertido en un punto de encuentro donde la niñez migrante puede encontrar consuelo, apoyo mutuo y la oportunidad de construir un futuro más prometedor.
Estos espacios son un testimonio del poder de la comunidad y la resiliencia humana. A medida que estas niñas, niños y adolescentes continúan en su viaje de adaptación y crecimiento, los Espacios Amigables les brindan un refugio donde pueden cultivar la esperanza y forjar un futuro lleno de posibilidades.